martes, 11 de junio de 2019

El demonio del dinero – Por San Juan Crisóstomo.





Y así es que no hay demonio más violento que la codicia del dinero, y muchos obedecen más fielmente a ésta que otros a sus ídolos. Los idólatras se hacen los sordos en muchas cosas; mas aquí se cede en todo y lo que la avaricia manda se cumple puntualmente.

   ¿Y qué manda? Sé enemigo —dice— de todo el género humano, desconoce la naturaleza, menosprecia a Dios, entrégate a mí. Y en todo se lo obedece. A los ídolos se les sacrifican bueyes y ovejas; la avaricia, empero, dice: Sacrifícame tu alma, y convence a su adorador. ¿Veis qué altares tiene y qué sacrificios recibe? Los avaros no poseerán el reino de Dios; pero ni aun así sienten temor alguno.

   Y, sin embargo, esta concupiscencia es la más flaca de todas. Y no es ingénita ni natural; de serlo, hubiera existido desde el principio.

   Pero lo cierto es que, originariamente, no había dinero, ni lo codiciaba nadie.

   Si os place, yo os voy a explicar el origen de este mal. El origen está en que cada uno, emulando a su antecesor, propaga esa enfermedad, y el que va delante incita al que sigue, por más que éste no quiera.


“SOBRE RICOS Y POBRES”

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