“Jesús quiere establecer en el mundo la
devoción a mi Inmaculado Corazón. A quien la abrace prometo la salvación, y
serán queridas de Dios estas almas como flores puestas por mí para adornar su
trono. ”
Pontevedra: La Devoción de los Cinco
Primeros Sábados - Cuatro ejercicios en espíritu de reparación
La Devoción de los Cinco Primeros Sábados
fue dada al mundo por la Santísima Virgen en Pontevedra, España, a pocos
kilómetros al norte de Portugal. En efecto, Sor Lucía, que vivió hasta su
muerte en febrero del año 2005 como carmelita en el convento de Coimbra,
recibió este gran mensaje en Pontevedra, en la casa de las Hermanas Doroteas
donde, como postulante a la vida religiosa, vivió desde el 25 de octubre de 1925
hasta el 20 de julio de 1926. Lucía, en aquel entonces, contaba con 18 años. La
gran aparición tuvo lugar en su celda, en la noche del jueves 10 de diciembre
de 1925, y su autenticidad fue aprobada por la Santa Iglesia el 13 de
septiembre de 1939.
Escuchemos de boca de Sor Lucía el relato de
esta aparición con la cual la Santísima Virgen dio al mundo la así llamada
Devoción de los Cinco Primeros Sábados del Mes. Por humildad. Sor Lucía habla
de sí misma en tercera persona.
“El 10 de diciembre de 1925, la Santísima Virgen se le apareció y, al lado, suspenso en una nube luminosa, el Niño Jesús. La Santísima Virgen, puso la mano sobre su hombro y le mostró, al mismo tiempo, un Corazón cercado de espinas que tenía en la otra mano.
Al mismo tiempo el Niño le dijo: -Ten
compasión del Corazón de tu Santísima Madre cercado de espinas que los hombres
ingratos le clavan continuamente, sin que haya nadie que haga un acto de
reparación para quitárselas.
Luego, la Santísima Virgen le dijo: - Mira,
hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan
continuamente con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura
consolarme y di que todos aquellos que durante cinco meses, el Primer Sábado,
se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del rosario y
me hagan compañía durante 15 minutos, meditando sobre los 15 misterios del
rosario, en espíritu de reparación, yo prometo asistirles en la hora de la
muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas.'’
A pesar de que esta visión ocurrió varios
años después de la muerte de dos de los tres videntes, Beata Jacinta y Beato
Francisco, los mensajes de Fatima, de Pontevedra y de Tuy forman un conjunto
inseparable cuyas partes están engranadas de tal manera entre sí, que no pueden
ser aisladas unas de otras.
En efecto, ya en su segunda aparición en
Fátima, el 13 de junio de 1917, la mismísima Virgen María, hizo saber:
“A Jacinta y a Francisco los llevaré pronto,
pero tú, Lucía, te quedarás aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de ti
para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi
Inmaculado Corazón; a quien abrace esta devoción prometo la salvación. Y estas
almas serán queridas de Dios como flores puestas por mí para adornar su trono. …Yo
nunca te abandonaré. Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te
conducirá hasta Dios.”
Un mes después, el 13 de julio de 1917, la
Reina del Cielo anuncia nuevamente el deseo divino de introducir la devoción a
su Corazón Inmaculado:
“Habéis visto el infierno, adonde van las
almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el
mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir se
salvarán muchas almas y tendrán paz”.
El mismo 13 de julio, Nuestra Señora insinúa
en qué consistirá la deseada devoción pero, sin detallarla aun completamente:
“... vendré a pedir la Consagración de Rusia
a mi Corazón Inmaculado y la Comunión reparadora de los primeros sábados”.
Tal como lo había predicho, entonces, la
Madre de Dios volvió algunos años más tarde a aparecerse a Lucía, y esto con
las visiones de Pontevedra y de Tuy, lamentablemente casi desconocidas y, menos
aún, puestas en práctica.
“FÁTIMA
ROMA MOSCÚ”
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