martes, 7 de marzo de 2023

MEDITACIÓN SOBRE SANTO TOMÁS.

 




I. Santo Tomás fue para la Iglesia como un sol refulgente. Su prodigiosa erudición le valió el título de Doctor Angélico. Sus escritos tuvieron por única finalidad hacer conocer cuán admirable es Dios, en sí mismo y en sus obras. Mereció, así, oír de labios mismos de Nuestro Señor: Tomás, bien has escrito de mí, ¿qué recompensa pides? ¿Qué hubieras respondido tú, que estudias sólo por vanidad, por curiosidad, por interés? Este santo no quiso otra recompensa que a Dios mismo. Si en tus estudios y trabajos buscas otra cosa que no sea la gloria de Dios y tu salvación y la del prójimo, pierdes el tiempo.

 

II. Este sol ha enfervorizado tanto como ha iluminado; abrasaba el corazón de los demás con el fuego del amor divino, porque el suyo estaba enteramente penetrado de él. Vamos, con Santo Tomás, a buscar este sagrado fuego en el Corazón del Salvador: en él aprenderemos la ciencia de los santos, sin la cual nuestras luces no son sino relumbrones que nos llevarán al precipicio. Para nada sirve la erudición, si la ciencia de Dios no la corona (San Jerónimo).

 

III. El consejo es de perenne actualidad. En vano brillara Santo Tomás con tanto fulgor, si no hubiera trabajado por la gloria de Dios; mas su virtud no era menos admirable que su ciencia, y lo que a otros enseñaba él era el primero en practicar. Hombres sabios, Dios espera mucho de vosotros: más culpables seréis que los otros si no sois virtuosos. Humillémonos a ejemplo de Santo Tomás, porque todo lo que tenemos proviene de Dios. De nada hemos de gloriarnos, porque nada es nuestro (San Cipriano).

 

El desprecio de las riquezas.

Orad por los escolares.


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