sábado, 21 de enero de 2023

Santa Inés, virgen y mártir. — 21 de enero. (+ 304)

 







Nació esta gloriosísima niña y fortísima mártir de Cristo de padres cristianos, ricos y nobles. Catorce años tenía, y ponderaban su extraordinaria hermosura hasta en la corte imperial. Enamorado de ella el hijo del gobernador de Roma, llamado Procopio, envió a la doncella un riquísimo presente, y usó de todo linaje de halagos, promesas y amenazas para alcanzarla por esposa. Respondió ella que quería ser leal a otro Esposo mucho más noble, el cual sólo le pedía por dote la virginidad. Por donde entendiendo el gobernador que Inés era cristiana, le concedió veinticuatro horas de tiempo para escoger una de dos cosas: o dar la mano a su hijo, y ser una de las primeras damas romanas, o resignarse a morir en los más afrentosos y dolorosos suplicios. «No es menester tanto tiempo; — respondió Inés — lo que me está mejor es morir, y coronar mi virginidad con la gloria del martirio». «Irás, pues, al lugar infame — replicó el prefecto — y morirás sin ser virgen». «Esas son las infamias que os inspiran vuestros dioses, — repuso la niña — pero no las temo, porque hay quien me librará de ellas». Cargáronla, pues, de cadenas, y lleváronla como arrastrando al templo de los ídolos, y allí le movieron por fuerza la mano para que ofreciese incienso a los dioses, y ella al levantar la diestra hizo la señal de la cruz, por lo cual de allí fué conducida al lugar de infamia: más un resplandor celestial atajó los pasos de los mozos deshonestos que se le llegaron, y el hijo del prefecto, que osó entrar en aquel sitio, cayó repentinamente muerto.  Consternado el padre de este joven, rogó a Inés que, si podía, le resucitase; y la niña oró y el mancebo resucitó, confesando delante de todos que Jesucristo era Dios. Al ver estos prodigios, los sacerdotes de los ídolos conmovieron al pueblo contra la niña cristiana, diciendo que era una gran hechicera y sacrílega, por lo cual el teniente del gobernador dio sentencia de que fuese quemada. Encendióse la hoguera y con asombro de todos apareció la niña sin lesión en medio del fuego. Entonces, temiéndose una sedición del pueblo, mandó el presidente que allí  mismo fuese degollada; y atravesándole el pecho un verdugo, voló el alma de Inés a su celestial Esposo. Pusieron su santo cuerpo en una heredad de sus padres, fuera de la puerta Nomentana, que ahora se llama de Santa Inés, donde muchos cristianos, concurrían a hacerle reverencia; entre ellos fué Emerenciana, virgen santísima, compañera y hermana de leche de santa Inés y reprendió en aquel lugar a los gentiles de su impiedad. Era catecúmena, y fué bautizada allí con su propia sangre. Su cuerpo fué sepultado junto con el de santa Inés.

 

Reflexión: San Máximo, en un sermón que hizo de santa Inés, exclamaba: « ¡Oh virgen gloriosísima! ¡Qué ejemplo de vuestro amor habéis dejado a las vírgenes, para que os imiten! ¡Oh, cómo les enseñasteis a responder, despreciando la riqueza del siglo, desechando los deleites del mundo, amando solamente la hermosura de Cristo! Allegaos, doncellas, y en los tiernos años de la niñez, aprended a amar a Cristo con vivas llamas de amor. Dice Inés que quiere ser leal a su Esposo, y que desea a Aquél solo, que no rehusó morir por ella. Aprended, vírgenes, de Inés, que así está abrasada del amor divino tiene por nada todos los tesoros y delicias de la tierra».

 

Oración: Todopoderoso y sempiterno Dios, que escoges lo más flaco para confundir a lo más fuerte; concédenos por tu clemencia que los que hoy celebramos la fiesta de la bienaventurada virgen y mártir Inés, experimentemos la virtud de su intercesión. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

FLOS SANCTORVM.


MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SANTA INÉS VIRGEN Y MÁTIR.

 




I. Santa Inés consagra su cuerpo y su alma a Jesús, a los trece años, mediante el voto de castidad. ¡Qué amable Esposo elige! ¡Qué bello! ¡Qué sabio! ¡Qué poderoso! ¡Cuánto amor tiene por ella! Conságrate enteramente a Él y experimentarás los dulces efectos de su amor. ¡Oh Jesús, divino Esposo de nuestra alma, si los hombres os conociesen, os amarían y despreciarían las efímeras bellezas de la tierra para poseeros! ¡Os amo, Dios mío! Si es poco, haced que os ame con amor más ardiente y más puro (San Agustín).

 

II. Se amenaza a Santa Inés con los tormentos más crueles si no se casa con el hijo del prefecto de Roma, pero ella responde que es la prometida de Jesucristo. Se la arroja a las llamas, pero éstas no hacen sino aumentar su amor; las heridas la hacen más bella y más parecida a su divino Esposo. ¿Qué haces tú para conservar tu cuerpo y tu alma para Jesucristo? ¿Qué tormentos soportarías? Avergüénzate de saberte menos generoso que una niña de trece años. Tenía menos fuerzas que tú, pero más valor; tenía más fe y amor para con Jesucristo.

 

III. Se le promete una considerable fortuna si consiente en casarse con el hijo del prefecto; resiste a las seducciones como ha resistido a los suplicios. ¡Cuán pocas personas hay que resistan al atractivo de los placeres! Cuídate de ese doble veneno.

Es más fácil resistir a los tormentos que a la voluptuosidad. Los tormentos aterran: la voluptuosidad halaga (San Cipriano).

 

La castidad.

Orad por la buena educación de la juventud.


jueves, 19 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LA CONSTANCIA EN NUESTRAS SANTAS EMPRESAS


 


I. El que quiera obtener recompensa por sus trabajos debe perseverar hasta el fin. Es preciso domeñar la inconstancia de nuestra alma respecto de Dios y observar religiosamente todo lo que le hemos prometido. Dios es inmutable, sus servidores no deben ser inconstantes. Él quiere darse a nosotros durante toda la eternidad, ¿no es justo, pues, que nosotros permanezcamos constantemente dedicados a su servicio durante el tiempo tan corto de nuestra vida? Después de todo, no podemos pretender agradar a Dios con nuestra virtud, si sólo somos virtuosos por arranques, por capricho y cuando nos plazca.

 

II. Nada debemos emprender, ni siquiera por la gloria de Dios, sin haber previsto todas sus consecuencias; pero, una vez tomada la resolución nada debe impedimos que ejecutemos lo que nos propusimos para su gloria. Ni el temor a los sufrimientos, ni el amor a los placeres, ni las burlas de los hombres deben desanimarnos. Los mártires persistieron en la confesión de Jesucristo a pesar de las amenazas de los tiranos; los santos penitentes perseveraron en sus austeridades no obstante la rebeldía de la carne y las tentaciones del demonio.

 

III. Cuando se trata de hacer fortuna o de adquirir renombre no retrocedemos ante sacrificio alguno; ¡flaquea nuestro corazón, oh Dios mío, sólo cuando se trata de serviros a vos! Los herejes y los impíos perseveran tan obstinadamente ultrajándoos, ¿no es justo que nosotros seamos constantes sirviéndoos? Jamás nos cansaremos de trabajar para el cielo si consideramos la brevedad de nuestra vida, la incertidumbre del momento de nuestra muerte, la grandeza de los suplicios del infierno y de las recompensas del paraíso. Mantengamos nuestro valor con estos grandes pensamientos, como se incita el servidor a soportar la fatiga pensando en la retribución que se le ha prometido. El pensamiento de la recompensa hace ligero al hombre el peso del trabajo (San Gregorio).

 

La devoción al Smo. Sacramento del altar.

Orad por los que os persiguen.


San Canuto, rey de Dinamarca, mártir. — 19 de enero. (†1087)




   San Canuto, cuarto de este nombre, nació para rey y para santo, pues el Señor le dotó de prendas reales y grandes virtudes. Cuando apenas tenía fuerzas para subir a caballo, mostró capacidad para mandar un ejército. Limpió el mar de piratas, sujetó la provincia de Sembia, y más tarde las naciones incultas y feroces del norte de Dinamarca, y las provincias de Curlandia, de Samogitia y de Estonia. En todas sus expediciones militares siempre salió vencedor, nunca vencido; pareciendo a todos que en él había resucitado Canuto el Grande. No teniendo ya enemigos que domar, se consagró a la nobilísima empresa de labrar la felicidad de sus vasallos. Dio prudentísimas leyes enderezadas a la reformación de las costumbres, eligió varones de reconocido mérito para el gobierno y la magistratura, reedificó muchas iglesias, fundó nuevos monasterios y hospitales, y no pocas veces agotó sus tesoros en beneficio de los pobres. A la iglesia de Roschlit dio su corona real que era de mucho precio, diciendo que mejor empleada estaba en servicio de la Majestad de Dios, que para ornamento de su persona. Pasaba horas enteras en oración, bañados los ojos de dulces lágrimas, delante del Santísimo Sacramento; y tenía una muy tierna devoción a la Virgen Santísima, queriendo que sus fiestas se hiciesen con gran solemnidad. Teniendo ya ordenadas todas las cosas del reino, los enemigos de la Religión y de la Justicia, llevados de la ambición de reinar, tramaron contra él una sacrílega conjuración, y cercando el templo donde el santo monarca estaba oyendo misa, le asaetaron y traspasaron con una lanza. En sintiéndose herido de muerte, hincadas las rodillas, se ofreció al Señor como inocente víctima, y dijo:

Yo os ofrezco, Dios mío, este poco de vida que me resta. Muero, Señor, por defender vuestra Iglesia santa; dignaos recibir agradablemente mi pobre sacrificio, y haced que algún día se arrepientan mis enemigos de su pecado, para que vos se lo perdonéis, así como yo les perdono de todo corazón la muerte que me dan. Mientras pronunciaba estas últimas palabras, cayó su cuerpo en tierra, y voló su espíritu al reino celestial, donde añadió a la corona de santo rey la de mártir glorioso de Jesucristo.

   Al punto manifestó Dios la santidad de su fiel siervo con multitud de milagros. En aquel mismo año fué castigada Dinamarca con una extraordinaria enfermedad, para la cual no se descubría otro remedio que la invocación del santo rey. Finalmente, movido el Papa Clemente X de los muchos prodigios que obraba Dios cada día por san Canuto, ordenó que se celebrase el oficio de este santo en toda la Iglesia universal.

 

   Reflexión: Mientras imperó el santo rey Canuto en Dinamarca, había en el reino virtud, paz, justicia y prosperidad verdadera; sólo estaban descontentos los ambiciosos; mas después del sacrílego regicidio, vino el azote de Dios sobre aquella nación, y al general desconcierto de todas las cosas se juntó el hambre, que duró muchos años, y fué tal, que hasta los grandes y el mismo rey se despojaban de sus posesiones para comprar a excesivos precios el sustento necesario. ¡Recio castigo el de un reino que cae en las manos de hombres codiciosos, y en las de Dios irritado! Roguemos por nuestra pobre patria, para que convirtiéndose al Señor, vuelva a su antigua cristiandad y gloria.

 

   Oración: ¡Oh Dios! que para ilustrar a tu Iglesia te dignaste honrar con la palma del martirio y con gloriosos milagros al bienaventurado Canuto, rey; concédenos por tu bondad que así como él fue imitador de la Pasión de Jesucristo, así nosotros, imitando al santo, merezcamos llegar a la felicidad de que goza en los cielos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

FLOS SANCTORVM.

 

 

miércoles, 18 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE EL BUEN Y EL MAL TEMOR


 


I. No debes temer a los hombres, porque no tienen poder alguno sobre tu alma. No pueden causarte en el cuerpo sino dolores cortos y leves; y, no obstante, los temes más que a Dios. Nada quisieras decir, ni hacer, que pudiese disgustar a un hombre poderoso; no te atreverías a ejecutar algo inconveniente en presencia de un hombre honrado, y, sin embargo, todos los días ofendes a Dios con tus palabras, con tus pensamientos, con tus acciones. ¿Dónde está tu juicio? ¿Dónde tú fe?

 

II. Temes los sufrimientos, las enfermedades, la pobreza, la tristeza y todos los males de esta vida. ¿Qué mal pueden causarte estas aflicciones? Ellas te desapegan de las creaturas; rompen las cadenas de tu alma al mortificar tu cuerpo; te acercan a tu patria celestial al hacerte sentir las tristezas del exilio. ¡Ah! ¡No son estos sufrimientos, sino los de la otra vida los que hay que temer!

 

III. ¡Temes la deshonra, la calumnia, las humillaciones y, muy a menudo, para conservar una honra imaginaria ante los hombres, ofendes a Dios! Desdichado, ¿no sabes que la verdadera honra se basa en la virtud? ¿Qué te importa lo que los hombres piensen de ti, siempre que te estime Dios y te premie?

¡Extraña ceguera! Témense las leyes humanas y se desprecia el Evangelio como si las órdenes de Jesucristo no valiesen lo que valen los decretos de los príncipes (San Jerónimo).

 

El temor de Dios.

Orad por el Papa.


martes, 17 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN ANTONIO. (Abad)


 



Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo: ven después y sígueme. (Mateo 11, 21)

 

I. San Antonio abandona y desprecia el mundo, dócil a la inspiración de Dios. Lo abandona generosamente, en la flor de su edad, para consagrar a Dios en el yermo el resto de su vida. ¡Cuántas veces tú también oíste las mismas palabras que convirtieron al santo! Sin embargo, todavía estás en el mundo. No te da el mundo sino trastornos y disgustos, y con todo lo amas; ¡qué no harías si te procurase felicidad!

 

II. El mundo sigue a San Antonio a la soledad para tentarlo allí. El demonio se sirve de la voluptuosidad, del brillo de las riquezas y de los honores; emplea halagos, amenazas, ilusiones y tormentos, a fin de echarlo de su desierto. Pero quien había vencido al mundo en el mundo, lo venció también en la soledad. La humildad, la oración, la austeridad, la invocación a Jesús le dio la victoria sobre todas esas tentaciones. Vete a donde quieras, en todas partes encontrarás tentaciones; siempre te atacará el demonio, te seguirá tu carne y te perseguirá por todas partes.

 

III. Nuestro santo quiere pagar al mundo con la misma moneda; este enemigo había ido a atacarlo a su soledad, va el santo a desafiarlo hasta su casa. Deja el desierto para predicar el desprecio de las riquezas y de los placeres, para animar a los mártires, para confirmar a los cristianos en la fe. Aprended, almas santas, a dejar vuestra soledad y la suavidad de la contemplación para trabajar en la salvación de las almas. Aprended a combatir valerosamente al mundo por medio del ejemplo de vuestra vida y de vuestras santas conversaciones.

 

El amor a la soledad.

Orad por los que son tentados.


lunes, 16 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LA CORRUPCIÓN DEL MUNDO


 



I. La vanidad reina en el mundo; se quiere figurar o elevarse por sobre los demás. Esta vanidad se manifiesta en las palabras, en los actos, en las casas, en el vestir, y muy a menudo se la encuentra aún en las prácticas más santas de la religión. ¡Oh mundo, cuán henchido estás de orgullo! Se ve claramente que Satanás es tu señor y que Jesucristo está ausente de tus máximas y de tus acciones. ¿Se pueden amar los vanos honores considerando a Dios que nace desconocido y que muere oprobiosamente en una cruz?

 

II. La voluptuosidad es un vicio tan común en el mundo, que parece que la mayoría de las profesiones que se ejercen en él no tienen otro objeto que el de satisfacerla. Inficiona todas las edades, todos los sexos, todas las condiciones. ¿Cómo resistir a esta corrupción universal? ¡Ah! más bien huye lo antes posible; retírate de Sodoma, no suceda que te veas envuelto en su ruina. Si no puedes abandonar el mundo, declara sin embargo que eres enemigo del mundo y de sus placeres.

 

III. La sed de riquezas es el tirano del mundo; por él trabájase noche y día, sacrifícase la tranquilidad, el honor, la salud, la vida, la salvación. En una palabra, el oro es el dios del mundo; empero, para entrar al cielo es menester ser pobre, si no de hecho por lo menos por el desasimiento de las riquezas. ¿Qué amor tienes por la pobreza, que Jesucristo amó tanto?

Considera como cruz lo que el mundo ama, y adhiérete con toda la fuerza de tu amor a lo que el mundo considera como cruz (San Bernardo).

 

La huida de las tentaciones.

Orad por vuestros superiores eclesiásticos.


domingo, 15 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN PABLO. (Primer ermitaño)


 



I. San Pablo, al ver a los perseguidores atacar la fe y la virtud de los cristianos mediante el cebo de los placeres, buscó en la soledad un abrigo contra la tentación. ¿Amas la pureza? ¿Quieres, a imitación de San Pablo, conservar esta bella virtud? Huye de las ocasiones. En esta clase de combates la huida asegura la victoria.

 

II. Aunque no fuese designio de Pablo el permanecer en la soledad, fue el de Dios el mantenerlo en ella. Tantas dulzuras hízole gustar en ese desierto, que desde entonces despreció el mundo y sus placeres. Alma tímida, ¿qué temes tú? Dios te llama, quiere desasirte del mundo; prueba, ensaya cuán suave es pertenecerle totalmente. Las dificultades se desvanecerán desde que pongas manos a la obra. No perderás tus placeres, sino que los trocarás en una alegría más sólida y más santa.

 

III. San Pablo permaneció en esta terrible soledad durante ochenta años, sin ver a nadie, excepto a San Antonio, que, inspirado de lo alto, lo fue a visitar. Tú comienzas con fervor, pero este fervor es solamente fuego de paja que se extingue en un instante. Ánimo, continúa; la eternidad bienaventurada que esperas, el Dios a quien sirves, valen la pena de que perseveres en la virtud durante los pocos años que te quedan de vida.

 

 

El desprecio del mundo.

Orad por los religiosos.


viernes, 6 de enero de 2023

MEDITACIÓN SOBRE LOS PRESENTES DE LOS MAGOS


 


I. Los Magos ofrendaron mirra a Nuestro Señor para honrar su humanidad. Jesús es Hombre, y lo es por amor nuestro, porque por amor nuestro tomó un cuerpo semejante al nuestro. Amémoslo, pues, y ofrendémosle nuestro cuerpo. Este cuerpo es vuestro, ¡oh Jesús mío!, disponed de él como os plazca, sano o enfermo, vivo o muerto. ¡Qué feliz sería si pudiese sufrir con Vos para reinar un día también con Vos! Me habéis rescatado todo entero a fin de poseerme todo entero (San Agustín).

 

II. Jesús es hombre, mas también es Rey. Por eso se le ofrenda oro. Es el dueño de nuestros bienes, Él nos los dio; debemos servirnos de ellos para honrarlo, para engalanar sus altares, para socorrer a los pobres. Ve a Jesús en sus pobres, con la fe de los Magos que, contemplando en el pesebre a un niño pobre y abandonado, lo reconocieron como a su Rey y a su Dios. Si eres pobre, ofrece a Jesús tu pobreza; esta ofrenda le será más agradable que todos los tesoros de la tierra.

 

III. Los Magos ofrecieron incienso a Jesús, y reconocieron así su Divinidad. El incienso que tú le debes presentar es la oración que eleva a tu alma hasta Dios. Humíllate ante este Soberano, ofrécele todas las potencias de tu alma, adóralo, témelo. Acuérdate sobre todo que los Magos volvieron por otro camino; cambia de vida a ejemplo suyo, y después de haberte dado a Jesucristo, no te des más al mundo. Por el cambio de ruta entendemos el cambio de vida (Eusebio).

 

La devoción.

Orad por los que os gobiernan.



martes, 3 de enero de 2023

Santa Genoveva, virgen. — 3 de enero. (+ 512.)


 



   La santa virgen Genoveva, defensora y patrona de la ciudad de París, nació en la aldea de Nanterre, a dos leguas de aquella capital. Desde niña, resplandeció en ella la gracia de Dios en tanto grado, que al verla san Germán entre la muchedumbre del pueblo que le salía a recibir, dijo a sus padres que aquella niña, a la sazón de siete años, era singularmente escogida de Dios, y que eran dichosos por ser padres de tal hija. Consagróla después a Jesucristo, y le puso una cruz al cuello, para que la llevase como preciosa joya de su Esposo divino.

   Toda la vida de esta santa doncella fué un portento de extraordinarias virtudes. Desde los quince años hasta los cincuenta, solamente comía dos días de la semana, que eran domingo y jueves. Desde la fiesta de los Reyes hasta el Jueves santo, jamás salía del encerramiento de su celda, donde tenía su paraíso y sus dulcísimas comunicaciones con el divino Esposo de su alma.

  Notorios eran en París y en toda Francia sus milagros y profecías. Resucitó a un niño muerto que había caído en un pozo y aún no estaba bautizado; y a un hombre manco le restituyó la mano.

   Llegó en este tiempo a Francia, Atila, rey de los hunos, que se llamó azote de Dios, y realmente lo fué por las provincias que destruyó y arruinó y por la mucha sangre que derramó. Acercóse a la ciudad de París, y temiendo los naturales de ella que la asolase como había hecho con otras muchas ciudades, determinaron para salvar sus personas, hijos y hacienda, abandonar la población y retirarse a partes remotas y seguras. Súpolo Genoveva y les persuadió que no se arredrasen ni temiesen tanto, sino que acudiesen a Dios con oraciones, ayunos y limosnas, porque aquella bestia fiera no destruiría la ciudad ni entraría en ella. Y así fué, como había dicho la santa. Estando muy afligida la ciudad por falta de pan, embarcóse Genoveva con otra gente en el río Sena en busca de sustento y volvió a París con las naves cargadas de trigo. El rey Childerico, aunque no era bautizado, tenía gran devoción a la santa virgen, y por su gracia perdonaba a los delincuentes condenados a muerte.

   El gran Simeón Estilita, desde las más remotas partes del oriente, solía mandar a visitarla. Murió a la edad de ochenta y nueve años, el día 3 de enero, y fué sepultada con grande pompa y devoción de todo el pueblo de París. El rey Clodoveo y la reina Clotilde le dedicaron un suntuoso templo.

 

   Reflexión: Cuando profetizó santa Genoveva que el feroz Atila no había de arruinar la ciudad de París, ni entrar en ella, muchos ciudadanos temerosos y descreídos querían quemarla por hechicera. Así tratan los hombres sin fe a los santos; y con todo, la virtud de los santos es la que conserva el mundo. ¡Ay del mundo, si no hubiese aún en la tierra almas santas y puras que desarmasen la ira de Dios, y diesen al Creador la gloria debida! Presto acabaría el Señor con la raza humana por inútil y perjudicial a los fines de su adorable providencia. ¿Qué ha de sacar Dios de un mundo de réprobos? ¿No tiene para ellos un infierno?

   Oración: ¡Oh Señor y Dios santo! Vengan en nuestra ayuda los méritos de tu gloriosa virgen santa Genoveva, para que gozando por su intercesión de la salud del cuerpo y del alma, alcancemos con la cooperación de tu gracia, la salvación y la vida eterna. Por Cristo, Señor nuestro. Amén.

 

 

FLOS SANCTORVM


MEDITACIÓN SOBRE LA MUERTE.


 



Estad apercibidos, porque a la hora que menos penséis ha de venir el Hijo del hombre.

(Mateo 24, 44)

I. Morirás; nada es más cierto, es el orden dispuesto por Dios: hasta ahora todos los hombres han obedecido a su decreto. ¿Lo crees? ¿Piensas en ello? ¿Comprendes el significado de estas palabras: yo moriré? Significan que dejarás a tus parientes, a tus amigos, a tus bienes; tu cuerpo será enterrado, tus ojos no verán más, tu lengua no hablará más. ¿Por qué, pues, apegarme tan fuertemente a estos bienes que debo abandonar? ¿Por qué mimar tanto a este cuerpo destinado a convertirse en pasto de gusanos? Yo moriré, medita estas palabras.

 

II. Ignoro el tiempo y el lugar de mi muerte. No puedo prometerme ni siquiera un momento de vida. ¿Cuántos que ni siquiera piensan en la muerte morirán hoy? Si Dios me arrebatase en el estado en que estoy, ¿a qué sería reducido? ¿A dónde iría? ¿Quién me asegura que tendré, en lo porvenir, tiempo para hacer penitencia? ¡Ah! Puesto que no sé ni en qué tiempo ni en qué lugar la muerte me habrá de sorprender, es preciso que la espere en todo tiempo y en todo lugar.

 

III. ¿En qué estado moriré: en gracia de Dios o en pecado? No lo puedo saber. Ignoro si la muerte será para mí un tránsito de la tierra a la gloria del cielo o, en cambio, a los suplicios del infierno. ¿Podemos pensar en serio en esta verdad y no sobrecogemos de terror? Es menester que, en adelante, asegure mi salvación y que viva, este año y todos los días de mi vida, como si debiese morir cada día. Haz ahora lo que, en la hora de la muerte, quisieras haber hecho.

 

Meditad en la  muerte.

Orad por los agonizantes.

Orad por los que hoy van a morir.