El
sufrimiento es el Cielo en la tierra, porque Jesús está con quienes sufren, y
estar con Jesús es experimentar la dulzura del paraíso. Sin sufrimiento, y sin
sufrir mucho, no se encuentra el Amor, es decir, el Cielo. Si Jesús se
encuentra en la cruz, allí también se encuentra el Cielo, porque como dijo
Guido de Fontgallant, «El Cielo es Jesús
». En resumen: el sufrimiento es el Cielo en la tierra, porque en el
sufrimiento se encuentra el Amor, y el Amor es Jesús, y Jesús es el Cielo.
Santa Teresita decía, en el más perfecto abandono:
– No
deseo ni el sufrimiento ni la muerte, ¡y sin embargo los amo tanto! Los he
invocado durante tanto tiempo como mensajeros de alegría. He poseído el
sufrimiento y creí poder tocar las orillas celestiales.
Y, en paz y alegría, el ángel del Carmelo
saboreó los frutos amargos, siempre con una sonrisa acogedora ante el dolor. Un
día, los novicios que presenciaron su sufrimiento le dijeron:
– ¡Nos da pena verte sufrir y pensar que aún
te queda mucho por sufrir!
La Santa respondió:
– ¡Oh!
No te aflijas por mí. He llegado al punto en que ya no puedo sufrir, porque
todo sufrimiento me resulta dulce.
En una ocasión, una hermana, que dudaba de la
heroica paciencia de Teresa, encontrándola con una expresión de alegría
celestial, le preguntó el motivo:
– “Es
porque sentí un dolor intenso”, respondió, “y siempre me esfuerzo por amar el
sufrimiento y acogerlo”.
En otra ocasión le preguntaron:
– ¿Por qué estás tan alegre esta mañana?
Su respuesta fue esta:
– “Es que hoy he tenido dos pequeños
sufrimientos y nada me trae tanta alegría como el dolor”
Teresa era feliz sufriendo, y su
incomparable y hermosa sonrisa nunca la abandonó hasta su muerte. Y esta
sonrisa nos dice que, en el camino de la infancia espiritual, ¡EL SUFRIMIENTO
ES EL CIELO EN LA TIERRA!
Pensamientos
para cada día del año. Tomado del “Breviario de la Confianza” Monseñor Brandão,
Ascânio. Año 1936.
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