jueves, 20 de agosto de 2020

Alegría del espíritu – Por el Rmo. P. D. Carlos José Quadrupani Bernabíta.





   A excepción del pecado no hay mal mayor que la tristeza, dice San Francisco de Sales. Algunas personas para llevar la vida recogida, llevan una vida melancólica. ¡Error grande! El recogimiento nace del espíritu y del amor de Dios, la melancolía del espíritu de tinieblas.

   Conservad firmemente el gran principio de San Francisco de Sales, a saber, que todo pensamiento que inquieta, jamás viene de Dios, que es Rey de paz, y habita en los corazones pacíficos.

   Es preciso, por tanto, tomarse alguna recreación; de otra suerte el espíritu queda oprimido, y por lo mismo más fácil a entristecerse. Por otra parte, dice Santo Tomás de Aquino, que la fuga de toda honesta diversión puede hacer culpable a la persona. La virtud se halla puesta en el orden; y todo exceso, oponiéndose al orden, ultraja a la virtud.

   La recreación en medio de nuestras ocupaciones ha de ser como la sal en la comida: demasiada sal vuelve disgustada la comida; nada de ella la deja insípida en extremo.

   No debe señalarse igual cantidad de comida a todas las personas, porque algunas necesitan más alimento que otras: así también sucede en la recreación. Divertíos pues a proporción de la necesidad de vuestro espíritu, de la calidad de vuestras ocupaciones, y de vuestro más o menos melancólico humor.

   Más si observáis que la melancolía entra en vuestro corazón, distraeréis ocupándoos en contrarios objetos, buscando compañía, aunque sea con vuestros domésticos, leyendo cosas indiferentes, paseando, cantando, haciendo de todo para impedir la entrada de enemigo tan terrible. El pensamiento melancólico es como el sonido de la trompeta enemiga, que convida a los demonios para combatirnos.


“PARA TRANQUILIZAR LAS ALMAS TIMORATAS EN SUS DUDAS.” (1816).


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