domingo, 5 de abril de 2020

SAN ARCADIO (mártir) – Por San Alfonso María de Ligorio.





   San Arcadio fué africano, y se cree que consumó el martirio en Cesarea de la Mauritania. Ardía en su tiempo la persecución en la que se forzaba cruelmente a los cristianos para que sacrificasen a los ídolos. Arcadio para evitar el peligro huyó de su patria, y se escondió en cierto lugar donde no hacía más que ayunar y orar. Mas como entretanto no asistía a las públicas funciones (sacrificar a los ídolos), se enviaron soldados para sorprenderle en su propia casa, y no encontrándole estos, prendieron a un pariente suyo para obligarle a descubrir en donde estaba Arcadio.

   No pudiendo sufrir Arcadio que otro padeciese por él, presentóse al gobernador pidiéndole que libertase a aquel pariente suyo, ya que él mismo se había presentado para responder a los cargos que se le hiciesen. Respondióle el gobernador que él se libraría de toda pena si sacrificaba a los dioses. Y el santo llenó de un santo valor, le contestó: — Os engañáis si creéis que las amenazas de la muerte espantan a los siervos de Dios. Estos dicen lo que decía San Pablo: Yo vivo solo por Jesucristo, y la muerte para mí es una victoria. Y así, inventad suplicios cuantos queráis, que no por esto lograreis separarnos de Jesucristo.

   Lleno entonces de furor el tirano, pareciéndole ligeros para él los demás tormentos, ordenó que al mártir le fuesen cortados todos los miembros de su cuerpo, uno por uno, comenzando por las primeras junturas de los pies.
Y al momento fué ejecutado el bárbaro destrozo, en el cual el santo mártir no hizo otra cosa que bendecir a Dios; y cuando se le redujo a un solo tronco sin brazos ni piernas, mirando sus miembros esparcidos por el suelo, dijo : — ¡Ho miembros felices, que habéis merecido servir a la gloria de vuestro Dios ! Nunca os amé tanto como ahora que os miro separados de mi cuerpo, pues ahora me reconozco todo de Jesucristo, como siempre había deseado. —Y vuelto despues á los circunstantes que eran idólatras, les dijo: Sabed que es cosa fácil el sufrir todos estos tormentos al que tiene delante de los ojos la vida inmortal con que premia Dios a sus servidores. Reconoced a mi Dios que me alienta en medio de estos acerbos dolores; y abandonad a vuestras falsas deidades, que no pueden daros ayuda en vuestros apuros. El que muere por el verdadero Dios, conquista la verdadera vida; yo por este breve suplicio voy a vivir con mi Dios eternamente, sin temor de perderle jamás. Y así diciendo, rindió tranquilamente el alma a su Redentor el día 14 de enero. Este martirio llenó de confusión a los idólatras, e inspiró un grande deseo a los cristianos de dar la vida por Jesucristo, los cuales recogieron aquellos miembros esparcidos del santo mártir, y les dieron los honores del sepulcro con la mayor veneración.


“TRIUNFOS DE LOS MÁRTIRES”

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