miércoles, 3 de octubre de 2018

LA VIGILIA o privación prolongada de sueño – Por Antonio Royo Marín O.P. (Fenómenos místicos extraordinarios).





   El hecho. — Paralelo y análogo al fenómeno anterior es la privación de sueño o vigilia casi constante que se ha registrado también en la vida de muchos santos.

   Casos históricos. — He aquí algunos de los más notables: San Macario de Alejandría pasó veinte días seguidos sin dormir, pero al cabo hubo de ceder al sueño sintiendo desvanecerse su cabeza. Santa Coleta solía dormir una hora a la semana y una vez en su vida permaneció un año entero en vigilia absoluta. Durante más de treinta años Santa Ludwina no durmió más de lo equivalente a tres noches. San Pedro de Alcántara durmió durante cuarenta años tan sólo hora y media diariamente, como el mismo Santo refirió a Santa Teresa, añadiendo que éste había sido el mayor trabajo de penitencia que había tenido al principio hasta acostumbrarse. Santa Rosa de Lima restringía a dos horas el tiempo concedido al descanso, y a veces menos aún. Santa Catalina de Ricci desde pequeña no dormía jamás más de dos o tres horas cada noche; al llegar a los veinte años, cuando el éxtasis se apoderó de su vida, no dormía sino una hora por semana, y a veces apenas dos o tres horas por mes. Y, en fin, la Bienaventurada Águeda de la Cruz pasó los ocho últimos años de su vida en constante vigilia.

   Explicación del fenómeno. — Admitiendo la historicidad de estos hechos—algunos no podría rechazarlos la crítica más severa —, hay que pensar en algo sobrenatural para explicar el fenómeno. El sueño, como el alimento, es absolutamente necesario para la conservación de la vida. El organismo se gasta con el ejercicio y se repara con el reposo. Cuando el insomnio se prolonga, su necesidad se vuelve imperiosa; y cualquiera que sea la fuerza de voluntad con que el hombre quiera contrarrestarlo, acaba por sucumbir a él.

   Cuando, pues, la vigilia se prolonga sin la menor interrupción durante semanas y meses enteros sin que disminuya el vigor y el ejercicio de la vida corporal, no se puede menos de atribuir el fenómeno a algo superior a la simple naturaleza humana. Se puede restringir progresivamente la imperiosa necesidad de dormir, pero sin milagro no se la puede dominar completamente.

   Los médicos y fisiólogos están de acuerdo en que sin salir de las leyes normales de la naturaleza orgánica no se puede llegar a privarse totalmente del sueño ni de los alimentos. La dificultad está en fijar en qué momento comienza la derogación de esas leyes; pero esa derogación se impone necesariamente.

   Sin embargo, aun sin recurrir al milagro, nos parece que puede intentarse — en parte al menos —una explicación dentro del estado de sobrenaturalidad alcanzado por las almas que han practicado estas largas vigilias. Los santos —en efecto — se han esforzado siempre en restringir las necesidades de la vida sensitiva y animal. Aparte de su amor a la mortificación, les movía a ello el deseo de encontrar tiempo para prolongar su oración. Lo mismo que la abstinencia, las largas vigilias se encuentran, sobre todo, entre los contemplativos y extáticos.

   Ahora bien: está perfectamente comprobado que la contemplación y, sobre todo, el éxtasis casi continuo desprenden y liberan al alma de la esclavitud de la vida animal. Durante el éxtasis, la actividad del alma es intensísima, pero el cuerpo reposa profundamente, teniendo como tiene suspendido el ejercicio de sus sentidos internos y externos. De ahí que el éxtasis equivalga —desde el punto de vista corporal y en orden a la restauración de las fuerzas del organismo — a un verdadero sueño. Y por eso, Santa Teresa dice de sí misma que al salir de sus éxtasis se encontraba —incluso corporalmente — mucho mejor y con la cabeza más despejada que antes.
   Acaso, pues, en esta sobrenaturalidad sublime alcanzada por las almas de los santos pueda encontrarse una explicación suficiente de este fenómeno y del anterior. A medida que el alma se nutre y embriaga de Dios, gusta menos de los groseros alimentos corporales; cuanto más se absorbe y concentra en Dios, menos está sujeta a la somnolencia y pesadez de la carne. Es como un glorioso anticipo de las condiciones excelsas de los cuerpos glorificados, para los que la visión beatífica será a la vez su alimento y su reposo.


“TEOLOGÍA DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA”

1 comentario:

  1. Les comparto un dicho que aprendi alla en mi rancho:
    Una hora duerme el gallo, dos el caballo.
    Tres un santo, cuatro uno que no lo es tanto.
    Cinco un caminante, seis un estudiante.
    Siete un caballero, ocho un jornalero.
    Nueve un muchacho, diez un borracho.

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