martes, 26 de junio de 2018

De los artificios que usa el demonio para acabar de perder a los que tiene ya en la servidumbre del pecado – Por el V. P. D. Lorenzo Scupoli.



Cuando el demonio llega a tener un alma en la servidumbre del pecado, no hay artificio de que no se valga para cegarla más, y divertirla de cualquier pensamiento que pueda inducirla al conocimiento del infeliz estado en que se halla.

   No se contenta este espíritu de iniquidad con removerla de los pensamientos y buenas inspiraciones que la llaman a la conversión; mas procura empeñarla en las ocasiones, y la tiende continuamente peligrosos lazos, a fin de que caiga de nuevo en el mismo pecado o en otros más enormes: de donde nace que destituida de la divina luz, aumenta de día en día sus desórdenes, y se endurece más en el pecado.

   De esta suerte corriendo continuamente sin algún freno a la perdición, y precipitándose de tinieblas en tinieblas, y de abismo en abismo, se aleja siempre más del camino de la salud, y multiplica sus caídas si Dios no la detiene con un milagro de su gracia.

   El remedio más eficaz y pronto para el que se halla en tan triste y funesto estado es, que reciba sin resistencia las inspiraciones divinas que le llaman de las tinieblas a la luz, y del vicio a la virtud, y que clame fervorosamente a su Criador: ¡Ah Señor, asistidme, asistidme: acudid prontamente a mi socorro: no permitáis que yo viva más tiempo sepultada en la sombra de la muerte y del pecado! Repita muchas veces estas o semejantes palabras, y si le fuere posible, acuda luego a su padre espiritual para pedirle ayuda y consejo contra su enemigo; pero si no pudiere ir luego a su padre espiritual, recurra prontamente a un Crucifijo, postrándose a sus sacratísimos pies con el rostro en tierra; y alguna vez a María santísima, implorando su misericordia y su ayuda: y sabe, hija mía, que en esta diligencia consiste la victoria.


“COMBATE ESPIRITUAL” Año 1865

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