lunes, 8 de enero de 2018

El arte de aprovechar nuestras faltas – Primera parte: Capítulo III


SAN FRANCISCO DE SALES



III


   1. Las enfermedades del corazón, como las del cuerpo, vienen por la posta y se van a pie. — “San Pablo, en un solo momento, fué purificado, como asimismo Santa Catalina de Génova, Santa Pelagia y algunas otras; pero esta suerte de purificación es totalmente milagrosa y extraordinaria en la gracia, como la resurrección de los muertos en la naturaleza; por eso no debemos pretenderla. La purificación ordinaria, sea de los cuerpos, sea de los espíritus, no se hace sino poco a poco, gradualmente, de avance en avance, con trabajo y tiempo. Los ángeles tienen alas sobre la escala de Jacob; pero no vuelan, sin embargo, sino que suben y bajan con orden, peldaño por peldaño. El alma que sube del pecado a la devoción es comparable al alba, que al elevarse disipa las tinieblas en un instante, pero poco a poco. La curación que se hace tan hermosamente es siempre más segura. Las enfermedades del corazón, como las del cuerpo, vienen a caballo o por la posta, pero se van a pie y poco a poco. Introducción a la Vida devota, 1° parte, capítulo V.”

    Hay, pues, que tener paciencia y no pensar curar en un día tantos hábitos malos como hemos adquirido por el poco cuidado que hemos tenido de nuestra salud espiritual.”

   Y el buen Santo no cesaba de decir, como conclusión, “que aunque sobrevengan muchas flaquezas a causa de vuestras enfermedades espirituales, no hay que asombrarse de ello”.

   2. Para afirmarse en Dios sin tropezar, son necesarias dos cosas. —Por otra parte, no concedía a ninguna alma, por adelantada que estuviese en la perfección, el derecho de extrañarse después de una caída, y a sus más fervientes religiosas dirigía las advertencias siguientes: “¿Es tan gran maravilla vernos tropezar alguna vez?”

   “La fiesta de la Purificación no tiene octava. Es necesario que tomemos dos resoluciones iguales; una, ver crecer las malas hierbas en nuestro jardín; otra, tener el valor de verlas arrancar y de arrancarlas nosotros mismos; pues no morirá nuestro amor propio mientras vivamos, y de éste nacen esas impertinentes miserias.”

   “Vi el llanto de mi pobre hermana N; y me parece que todas nuestras niñerías no proceden de otro defecto que de éste: que olvidamos la máxima de los Santos, que nos han advertido que todos los días debemos entender que comenzamos nuestro progreso en la perfección; pues si pensásemos bien en esto, no nos asombraríamos de hallar en nosotros miserias tantas que cercenar” Cartas a Santa Juana Francisca Fremiot de Chanta, 332.
 .
   “Preguntáis cómo haríais para afirmar de tal modo vuestro espíritu en Dios, que nada le pueda desasir ni apartar de Él. Dos cosas son necesarias para esto: morir y salvarse, pues después de esto no habrá jamás separación y vuestro espíritu estará indisolublemente adherido y unido a su Dios”.


EL ARTE DE APROVECHAR NUESTRAS FALTAS. SEGÚN SAN FRANCISCO DE SALES. POR EL M. R. P. JOSÉ TISSOT. OBRA DEL SIGLO XIX.




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