lunes, 3 de julio de 2017

DEL HOMBRE BUENO Y PACÍFICO – Por el Beato Tomás de Kempis.




   Ponte tú primero en paz, y luego podrás poner a los otros también. Quien vive en paz, de nadie sospecha; al descontento e inquieto diversas sospechas lo perturban: ni él está en paz, ni deja estar a los demás. Muchas veces dice lo que no debería, y no hace lo que más le convendría, atento siempre al deber ajeno y descuidado del propio.

   Primero ten celo por ti; después podrás tenerlo también por tu prójimo.

   Tú sabes muy bien colorear y disculpar tus faltas; mas las excusas de los otros no las quieres admitir.

   Más justo sería que te acusaras a ti y excusaras a tu hermano. ¿Quieres que los otros te aguanten? Aguántalos.

   ¡Mira qué lejos estás todavía de la verdadera humildad y caridad!

   Los que tienen esas virtudes contra sí se indignan e irritan, no contra el prójimo. No es de mucho mérito poder vivir con los buenos y de buen natural, porque eso nos agrada naturalmente a todos, pues todos queremos vivir en paz, y por eso sentimos más cariño por los que piensan como nosotros.

   Mas el vivir en paz con gente malcriada y perversa, o con personas relajadas, o con los que nos hacen oposición, eso sí es cosa de varones, de gran mérito, que requiere gracia muy eficaz.

   Hay unos que viven en paz consigo y con los demás.

   Hay otros que no están en paz consigo, ni dejan estar a los demás.

   Son pesados para los otros; pero más pesados aún para sí mismos.

   Y hay otros que están en paz consigo, y procuran poner paz a los demás.

   Nuestra paz en esta vida miserable consiste más bien en sufrir con paciencia las adversidades, que en no sufrirlas.

   Quien mejor sepa sufrir, en más profunda paz vivirá. De sí mismo triunfará, amigo de Cristo, amo del mundo y heredero será.



“LA IMITACIÓN DE CRISTO”

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