sábado, 25 de marzo de 2017

La adoración en espíritu y en verdad (Parte III y final) Una lectura maravillosa para los que gustan de visitar a nuestro Señor en la Eucaristía.




   Para adorar bien es necesario recordar que Jesucristo, presente en la Eucaristía, glorifica y continúa allí todos los misterios y todas las virtudes de su vida mortal.

   Es preciso tener presente que la santa Eucaristía es Jesucristo pasado, presente y futuro; que la Eucaristía es el último desenvolvimiento de la Encarnación y la prolongación de la vida mortal del Salvador; que allí Jesucristo nos comunica todas las gracias; que todas las verdades confluyen a la Eucaristía, y que al decir Eucaristía se ha dicho todo, pues no es sino el propio Jesucristo.

   Que la santísima Eucaristía sea, pues, nuestro punto de partida en la meditación de los misterios, de las virtudes y de las verdades de la Religión. Ella es el foco: es las verdades no son sino los rayos.

   Partamos del foco, y nuestros pensamientos se irradiarán por todo el ámbito del mundo sobrenatural. ¿Qué cosa más sencilla que relacionar el nacimiento de Jesús en el establo, con su nacimiento sacramental sobre el altar y en nuestros corazones?

   ¿Quién no ve que la vida oculta de Nazareth se continúa en la divina Hostia del Tabernáculo, y que la Pasión del Hombre-Dios en el Calvario se renueva en el santo Sacrificio en cada momento del tiempo y en todos los lugares del mundo?

   ¿Nuestro Señor Jesucristo no es por ventura tan dulce y humilde en el Sacramento como lo fué durante su vida mortal?

   ¿No es allí siempre el buen Pastor, el Consolador divino, el Amigo del corazón?

   ¡Feliz el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía, y en la Eucaristía todas las cosas!



“LA DIVINA EUCARISTÍA”

San Pedro Julián Eymard




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